martes, 25 de abril de 2017

Semana Santa 2017 en el Monasterio

Monasterio Nuestra

Señora de Guadalupe

Semana Santa 2017

Domingo de Ramos




Jueves Santo
Misa Crismal









Jueves Santo
Misa Vespertina
"Ad Mandatum"
"Monumento"
"Denudación de los Altares"












 


Viernes Santo
"Via Crucis"
"Adoración de la Santa Cruz"



     

               

    

Sábado Santo
"Vigilia Pascual"

     

      
 

       
    

         

     

      

     



lunes, 24 de abril de 2017

Mensaje Pascual 2017

LA DESOLACIÓN
(Mensaje Pascual de su Excia. Mons. Andrés Morello)


            Toda la Semana Santa en su Sagrada Liturgia hará sonar los acentos vibrantes del gran profeta Jeremías testigo de la ruina de Jerusalén; dicha ruina fue consecuencia del abandono de Dios y de que los hombres de su pueblo y de su tiempo ya no dieran cabida a Dios en sus vidas.
            Bien dijo el Profeta:”Desolatione desolata est omnis terra quia nullus est qui recogitet corde”. “Toda la tierra está asolada con desolación porque nadie reflexiona en el corazón”. (Jer. 12,11).
            Bien decía San Agustín: “Señor, nos has hecho para Ti y no descansará nuestro corazón hasta estar en Ti”. El abandono o, lo que sería peor, el rechazo de Dios causa necesariamente la desorientación del hombre ya que olvidado su fin y su destino vaga por la vida buscando que las creaturas, ya sea el mismo, ya las otras, llenen sus ansias de gozar y de perdurar.
Por eso el mismo grandioso Jeremías dice casi al comienzo de su libro profético: “Duo enim mala fecit populus meus: me dereliquerunt fontem aquae vivae, et foderunt sibi cisternas, cisternas dissipatas quae continere non valent aquas” (Jer. 2, 13). “Dos cosas malas hizo mi pueblo: Me abandonaron, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas incapaces de contener el agua”.
            El abandono de Dios hace al hombre errante e incapaz de nada bueno duradero. Dejado de lado el Bien supremo se escapan de sus manos los bienes pasajeros como quien guarda en saco roto, si se trata del dinero o son los otros hombres quienes se lo roban o se lo envidian o es la muerte la que lo priva definitivamente de él; si son los placeres no llenan su ansia de felicidad y la rebajan; si es el poder y aunque fuere inmenso lo ven desplomarse y desaparece con el último latido de sus corazones ambiciosos. La tumba iguala a todos los hombres aunque sus mausoleos fueran de mármol o de oro.
            Vivimos una época en la cual los que van destruyendo nuestra civilización quieren borrar  de la superficie de la tierra y en nuestras almas la misma noción de Dios o gritar a Nuestro Señor que se baje de la Cruz para que crean en Él.
            Siempre que pasó así en la historia la Santa Iglesia, sus Sacerdotes, sus Obispos, sus Pontífices siguieron enseñando la Verdad, marcando el rumbo, educando las voluntades. Aún cuando la inmoralidad general o la herejía envolvieron a esas jerarquías en los errores o en los vicios siempre Roma siguió de pié o se alzaron aquí o allá hombres virtuosos que supieron guardar la Fe y la integridad de la vida cristiana formando escuela de santidad en su derredor. Hoy parece todo apagado. Aún así, aunque no se vea humear la mecha, la Fe nos dice que sí; Cristo Señor Nuestro, Verdad encarnada, dijo bien: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos” (S. Mt. 18,20). Siempre habrá quien se alce, quien reaccione, quien sirva a Dios con desinterés, quien arda en deseos de ayudar a los demás, quien se enamore de Dios y de Nuestro Señor. En esta Sagrada Pascua recemos a Dios para que encienda a las almas buenas y fervorosas en su amor y despierte una oleada de hombres valientes que le sirva como sólo Él merece ser servido.
                      Dios bendiga sus almas. Santas Pascuas.
                                                           
                      Miércoles Santo del año del Señor 2017.
                                                                                  
                                    +Andrés Morello.